CALLE AGRICULTORES, 2
(Letra y Música: Manuel Cuesta)
Todo era luz en
vuestra casa
Y cantos de
pájaros henchidos
Olor a café muy
de mañana
El afilaor y el
tapicero haciendo su recorrido.
Calle
Agricultores 2, Pino Montano.
Barrio joven,
enemigo del destino
Repleto de
princesas de extrarradio
Y príncipes que
cabalgan en Vespino
Temprano te
marchabas a la Imprenta
De punta en
blanco y romero en la solapa
La abuela
recogiendo los cacharros
Las vecinas en
los tendederos la jaleaban guapa
Aquellas noches la abuela nos
arropaba
Con hermosas nanas y cuentos de la lechera
Tras volver de Monterrey con El
Coyote
Te abrazabas como un chiquillo a
ella
De niños nos dabais todos los
caprichos
Fueron tiempos de esplendor y de belleza
No había abuelo más apuesto en el barrio
Ni abuela más rumbosa en la
escalera
Por el barrio de
los mares y oficios
Navega el alma de
Sánchez Mejías
Toma café con
Lorca a las 5 de la tarde
Porque es 13 de
agosto cada día
Noches de cine de
verano en el Dúplex
De tomate aliñao
y “pescaito”
Un Stallone
Acorralado se rendía
Cuando volver a
casa era su último delito
En las viejas
huertas y olivares
Ahora se erigen
edificios de ladrillo visto
Y comercios que
aún desgranan alegría
Grafitis de
colores aún te marcan el recorrido
Sueño con coger
el 13 hasta tu barrio
Donde tantas
veces te veía
Jugar al domino
con los amigos
Y a la abuela
cotillear con las vecinas
Corazón y ejemplo
de Pino Montano
Levadura social
pan de cada día
Siempre a manos
llenas para darnos
En el bronce de
tu piel toda tu vida
Toda era luz en
vuestra casa
Y en el cielo
Sigue habiendo
luz todavía, todavía.
......................................................................
CEDACEROS 4
(Letra y Música: Javier Bergia)
Claro que del pasado infinito
despiertas la esperanza
que curó una vieja herida de amor,
de aquellas primaveras
en el parque del Retiro
cómplice del tiempo.
Cedaceros cuatro,
mármol negro sobre el comodín,
impasible el alemán,
la memoria heredada.
La puerta se cerró
y hasta siempre Madrid,
que curó una vieja herida de amor,
de aquellas primaveras
en el parque del Retiro
cómplice del tiempo.
Cedaceros cuatro,
mármol negro sobre el comodín,
impasible el alemán,
la memoria heredada.
La puerta se cerró
y hasta siempre Madrid,
razón portería.
Una copa de coñac
y el perfume de un amor,
por la calle de Alcalá
tu risa fácil,
firmemente burlesca,
tras el cristal empañado
del café de Lyón.
Qué nostalgia recordar
que proeza fue tallar
tu nombre
en el frágil ascensor
de subir y no bajar
al cielo.
Y el poeta del tercero
que no pudo mitigar
la melancolía,
y un otoño sin perfil,
una bala atravesó
el silencio
del oscuro salón
de caoba y cafetín
del Círculo.
Y ahora cuando
contra un árbol
la luna se desentiende
de las sombras
y a la noche
le asalta la madrugada,
me despierta imponente,
el deseo nublado
de aquél beso imposible.
En mitad de las olas
sueño envejecer de mentira
y atrapado en un suspiro
veo los días pasar.
Y pregunto a la gente
si te han visto volver
preguntando por mi.
Niña que del pasado infinito
despiertas la esperanza
que curó una vieja herida
de amor,
de aquéllas primaveras
en el parque del Retiro
cómplice del tiempo.
Una copa de coñac
y el perfume de un amor,
por la calle de Alcalá
tu risa fácil,
firmemente burlesca,
tras el cristal empañado
del café de Lyón.
Qué nostalgia recordar
que proeza fue tallar
tu nombre
en el frágil ascensor
de subir y no bajar
al cielo.
Y el poeta del tercero
que no pudo mitigar
la melancolía,
y un otoño sin perfil,
una bala atravesó
el silencio
del oscuro salón
de caoba y cafetín
del Círculo.
Y ahora cuando
contra un árbol
la luna se desentiende
de las sombras
y a la noche
le asalta la madrugada,
me despierta imponente,
el deseo nublado
de aquél beso imposible.
En mitad de las olas
sueño envejecer de mentira
y atrapado en un suspiro
veo los días pasar.
Y pregunto a la gente
si te han visto volver
preguntando por mi.
Niña que del pasado infinito
despiertas la esperanza
que curó una vieja herida
de amor,
de aquéllas primaveras
en el parque del Retiro
cómplice del tiempo.
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