jueves, 7 de enero de 2016

CALLE AGRICULTORES 2 - CEDACEROS 4



CALLE AGRICULTORES, 2

(Letra y Música: Manuel Cuesta)

Todo era luz en vuestra casa
Y cantos de pájaros henchidos
Olor a café muy de mañana 
El afilaor y el tapicero haciendo su recorrido. 

Calle Agricultores 2, Pino Montano. 
Barrio joven, enemigo del destino 
Repleto de princesas de extrarradio 
Y príncipes que cabalgan en Vespino 

Temprano te marchabas a la Imprenta
De punta en blanco y romero en la solapa
La abuela recogiendo los cacharros
Las vecinas en los tendederos la jaleaban guapa 

Aquellas noches la abuela nos arropaba 
Con hermosas nanas y cuentos de la lechera
Tras volver de Monterrey con El Coyote 
Te abrazabas como un chiquillo a ella

De niños nos dabais todos los caprichos
Fueron tiempos de esplendor y de belleza
No había abuelo más apuesto en el barrio
Ni abuela más rumbosa en la escalera

Por el barrio de los mares y oficios 
Navega el alma de Sánchez Mejías 
Toma café con Lorca a las 5 de la tarde 
Porque es 13 de agosto cada día 

Noches de cine de verano en el Dúplex 
De tomate aliñao y “pescaito” 
Un Stallone Acorralado se rendía 
Cuando volver a casa era su último delito 

En las viejas huertas y olivares 
Ahora se erigen edificios de ladrillo visto
Y comercios que aún desgranan alegría 
Grafitis de colores aún te marcan el recorrido 
  
Sueño con coger el 13 hasta tu barrio 
Donde tantas veces te veía 
Jugar al domino con los amigos
Y a la abuela cotillear con las vecinas 

Corazón y ejemplo de Pino Montano 
Levadura social pan de cada día 
Siempre a manos llenas para darnos  
En el bronce de tu piel toda tu vida 

Toda era luz en vuestra casa
Y en el cielo

Sigue habiendo luz todavía, todavía. 

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CEDACEROS 4

(Letra y Música: Javier Bergia)

Claro que del pasado infinito 

despiertas la esperanza 
que curó una vieja herida de amor, 
de aquellas primaveras 
en el parque del Retiro 
cómplice del tiempo. 

Cedaceros cuatro, 
mármol negro sobre el comodín, 
impasible el alemán, 
la memoria heredada. 
La puerta se cerró 
y hasta siempre Madrid, 
razón portería. 

Una copa de coñac 
y el perfume de un amor, 
por la calle de Alcalá 
tu risa fácil, 
firmemente burlesca, 
tras el cristal empañado 
del café de Lyón. 

Qué nostalgia recordar 
que proeza fue tallar 
tu nombre 
en el frágil ascensor 
de subir y no bajar 
al cielo. 

Y el poeta del tercero 
que no pudo mitigar 
la melancolía, 
y un otoño sin perfil, 
una bala atravesó 
el silencio 
del oscuro salón 
de caoba y cafetín 
del Círculo. 

Y ahora cuando 
contra un árbol 
la luna se desentiende 
de las sombras 
y a la noche 
le asalta la madrugada, 
me despierta imponente, 
el deseo nublado 
de aquél beso imposible. 

En mitad de las olas 
sueño envejecer de mentira 
y atrapado en un suspiro 
veo los días pasar. 
Y pregunto a la gente 
si te han visto volver 
preguntando por mi. 

Niña que del pasado infinito 
despiertas la esperanza 
que curó una vieja herida 
de amor, 
de aquéllas primaveras 
en el parque del Retiro

cómplice del tiempo.




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